Macarons

macaronsEn un mundo perfecto a una mujer perfecta le sale todo perfectamente bien… a la primera.
-Acude puntual e impecable a sus citas y jamás pierde la compostura.
-Sus hijos permanecen limpios todo el día, se comportan como ella espera que se comporten y jamás la dejan quedar mal.
-Por supuesto nunca se le quema la comida, es la anfitriona perfecta y en las ocasiones especiales brilla especialmente.
-Borda los macarons porque tiene la receta infalible que hace que siempre le salgan bien.
En mi mundo imperfecto (y en el de Bridget Jones) el componente «sorpresa» siempre está presente, propiciando que pueda ocurrir que:
-Te veas obligada a llevar a los niños a una reunión escolar, que el pequeño se te quede dormido en brazos y que sus ronquidos y otros sonidos hagan que las miradas se claven en tí.
-Que tu marido te presente a una persona con la que está a punto de empezar un negocio y que una de tus adorables criaturas, que está rompiendo a hablar, decida en ese momento combinar las letras para formar, alto y claro, un P__A por todo saludo, acompañado de una patada al más puro estilo Froilán de Borbón, y que tus desesperados intentos por hacer ver a la susodicha que lo que el niño quiere es FRUTA, resulten vanos, dada la insistencia del niño y tu cara colorada.
-Que justo el día que haces una comida para tu familia política, se te queme el plato principal y el flan se rompa al desmoldarlo, dando al traste con tu intención inicial de impresionar a tu suegra y consiguiendo, a cambio, que ésta termine mirando a su hijo con cara de compasión.
-Que en una conversación con unos ingleses del mismo Oxford, te presenten a unos friends, que tú entiendas que son French, que por ello te pases un buen rato alabando las excelencias del país vecino y que además interpretes sus educadas caras flemáticas como «clara manifestación de maleducación y falta de sentido del humor».
-Que tengas la receta infalible para hacer macarons, esos deliciosos y sumamente delicados bocados franceses, que más bien parecen existir para complicar la existencia de esta pobre bloguera, pero que para conseguir que te salgan hayas tenido que:
-Agotar prácticamente el stock de almendra molida del supermercado donde habitualmente compro.
-Bendecir una y mil veces la existencia de botellas de treinta claras de huevo pasteurizadas.
-Encomendarme, después del tercer intento, a Ntra. Sra. del Macaron para que me guiase por el buen camino.
-Lamentarme, tras cada fracaso, por el recibo de la luz que está por llegar.
-Ver cómo mis primeros intentos de macaron se hundían, se quebraban, se desparramaban o se asemejaban más a una galleta campurriana que al sofisticado bocado francés…
…Peeeero después de cuatro intentos fallidos, de leerlo todo acerca del mundo del macaron, de acordarme de la madre que un día lo creó, después de observarlos, cada segundo, a través del cristal del horno, con la misma atención que Jane Goodall observaba a sus gorilas y de repetirlos una vez más, no fuese a ser que me hubiesen salido de chiripa, después de haber vivido cinco días inmersa en el mundo del macaron, estoy en disposición de decir que lo he logrado, así que sólo me queda que cruzar los dedos y esperar que os guste mi publicación de esta semana…
Y sé que mis amigas estarán pensando que para qué querrán ellas esta ¿complicada? receta de macarons cuando tienen una amiga a la que ya le salen.
Para el resto, para los que no tenéis quién os los haga:

INGREDIENTES:
-90 gr de claras de huevo
-100 gr de almendra molida
-200 gr de azúcar glas
-40 gr de azúcar blanco normal
-1 pizca de sal
-1 pizca de colorante (opcional)
-2 cucharadas de cacao puro en polvo (para los de chocolate)
-Kilos y kilos de paciencia para la primera vez

-Tamizamos la almendra y el azúcar glas. (¡No omitáis este paso!). Si vamos a hacer macarons de chocolate, entonces tamizaremos también el cacao.
-Montamos las claras a punto de nieve (con una pizca de sal) hasta conseguir unos picos firmes y le vamos incorporando el azúcar normal.
-Mezclamos la almendra y el azúcar glas tamizados y lo incorporamos a las claras. Este paso se denomina macaronage y es uno de los pasos importantes porque no debemos pasarnos al revolver la mezcla; revolveremos, con movimientos envolventes, unas diez veces hasta lograr que al dejar caer la mezcla con la espátula, caiga una especia de «cinta» estrecha. (Si queremos colorear nuestros macarons, éste es el momento.
-Dibujamos unos círculos de unos 3 cm de diámetro sobre papel de horno.
-Metemos la mezcla en una manga pastelera con una boquilla redonda y llenamos los círculos con ella.
-Segundo paso importante: el secado. Tenemos que dejar secar los macarons antes de hornearlos. Aquí nos enfrentamos a un enemigo: la humedad ambiental. Nuestro objetivo es que al tocarlos no se nos peguen al dedo. El tiempo de secado variará desde 20 minutos, 45 minutos, 1 hora, 2 horas…
-Tercer paso importante: el horneado (ya sé que estáis pensando que aquí todo es importante). Con el horno precalentado a 150 grados (con ventilador) horneamos durante 12-14 o hasta 16 minutos. Depende de cada horno.
-Las «tapas» o «conchas» del macaron tienen una especie de collar llamado «pie» que, si todo va bien, debe salirle a los pocos minutos de hornearse.
-Sacamos del horno y dejamos enfriar antes de cogerlos.
-Esperamos hasta el día siguiente para rellenarlos; cada uno a su gusto; yo, en este caso, de dulce de leche y Nutella.
¿Entendéis ahora por qué casi nunca salen a la primera?

Llegado el buen tiempo, mis biorritmos funcionan de otra manera así que no puedo aseguraros que pueda mantener mis publicaciones semanalmente, como habitualmente hago. Os lo iré contando a través de Facebook. ¡Que tengáis una muy feliz semana!!!

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